Cookie Lady.

viernes, 4 de diciembre de 2009

UnA HiStOrIa MuY PaRtIcUlAr

Me sumergía en los renglones del cuaderno como roca en el océano, entraba en un mundo completamente diferente al real si es que era el real, en realidad nunca supe lo que era real, si todo lo que veía era el producto de mi imaginación. Busque en el diccionario la palabra real –que tiene existencia verdadera y efectiva- eso quería decir que mi imaginación y lo que veía era verdaderamente creíble. De todos modos no me importaban los pensamientos de los demás sobre mi, solo me importaba una sola cosa, pero no se las voy a decir porque no me importa.
Eran las 03:00 a.m. hora en que se declaro la muerte de Jesús, y yo pensaba que iba a desayunar, tal vez café helado. En fin, la vecina siempre se quejaba, me llamaba loca, no me importaba. Ya habían pasado cuatro horas y seguía pensando que iba a desayunar, hasta que en eso, tocan la puerta, atiendo, eran unos tipos de blanco, que en cosa de segundos me sujetaron y me pusieron en una camioneta, tenia frió. En un momento pregunte hacia a donde nos dirigíamos? Quienes eran? Para que me querrían!? Porque el cielo esta arriba? En fin, miles de preguntas sin respuestas. Veo una aguja gigante y me duermo.
Despierto en un cuarto solitario y oscuro, llore. No tenía ningún familiar con vida, todo estaba cantando en una caja. No sabia que hora era, ni donde estaba, solo sabia que me faltaba un riñón. Grito con desesperación y me golpeo contra la puerta fría hasta que llegaron tres mujeres que me llevaron hasta un lugar con muchas personas todas de blanco, comiendo como si nada pasara. Pero me puse a comer, tenia mucha hambre, luego de la comida me llevaron a un cuarto con una silla, supuse que era para escuchar música, así que me senté y me colocaron una corona llena de cables, a decir verdad era bastante fea. No escuchaba nada minutos mas tarde seguía sin escuchar nada. Le dije a una de las mujeres que se encontraba allí, pero no me dirigió la palabra y comencé a pensar si había hecho algo malo. Mientras pensaba me llevaban a mi habitación, pensé en ese lugar solitario, oscuro, intimidante con sus paredes frías y consolantes el pensar en el misterio de la vida. Esa habitación no tenia mas que solo una cama con sabanas blancas y un espejo fiel reflejo de mi ser o tal vez no; tal vez la gente sea hojas que vuelan sin rumbo, tal vez el día sea noche, tal vez la noche sea día, nadie sabe, solo el que esta allá arriba el Hombre Pie. Siempre lo quise conocer, pero nunca tuve la oportunidad, quizás sea el día en que aprenda a volar, todavía no tengo mía alas bien desarrolladas.
Pasar el tiempo en ese lugar era una eternidad, los segundos parecían horas, las horas días, los días meses, hasta que pensando, como siempre, se me ocurre escribir todo lo que me sucedía y que pensaba. Pero en ese lugar no se permitía ninguna clase de utensilios, tampoco elefantes rosas como mascota, así que tuve que abandonar a Topu, mi mejor amigo. Creo que la gente lo ignoraba indiscriminadamente por ser de color, ni siquiera lo miraban, pero bueno ese es otro tema, no nos desviemos de la ruta que el camino es largo.
Como no nos permitían utilizar hojas y lapiceras o cosas similares, una noche o era de día? No se pero un día o era de noche? Me fui al baño, donde conseguí bastante papel higiénico en donde escribir, pero con que escribir? Me hice la desmayada, las enfermeras corrieron hacia mi y se le cayo a una de ellas una lapicera, la cual tome con velocidad y la escondí en mi cabello. Tiempo después comencé a escribir y me pregunte, cuanto tiempo iba a estar allí? Y donde carajo estaba? Y también, para que mierda me querían? Solo pensé una respuesta para todo eso y que más podría ser que… hablar con el cielo razo.
Cada mañana me traían en el carrito mágico unas pequeñas capsulas que contienen la solución de mis problemas, según las “enfermeras”, pero no les creía, con esa apariencia de locas que tenían para mostrar al mundo, por eso las escondía en un hueco del colchón de mi cama.
Esa mañana estaba de mal humor, en realidad creo que era de noche, no importa. El asunto era que no podía escribir, mi mano temblaba por alguna razón desconocida, creo que estaba poseída por gente muerta que no tenia manos y se habían apoderado de las mías, entonces me enfade demasiado y golpee el espejo con mi mano, antes de que alguien llegara envolví el papel en un retazo de sabana y lo coloque en mi “escondite secreto” junto con la lapicera, para cuando llegaron las enfermeras ya no había ninguna evidencia de mi “mal comportamiento” por así llamarlo, de haber roto las reglas.
Debía tener mucho cuidado al escribir en esa clase de papel, pues era demasiado frágil, de todos modos no pude escribir más, mi mano seguía poseída. Mientras las enfermeras limpiaban el vidrio, me llevaron a una sala nueva para mi, en donde me colocaron en una camilla y me “curaron” la mano, estaba sangrando y recordé que me daba impresión ver sangre, fue entonces cuando me desmaye o me dormí.
Cuando desperté estaba atada a mi cama, comencé a desesperar hasta que llegaron los mismos hombres que me raptaron y me pusieron en la camioneta, mis poderes no funcionaban creo que los había puesto en OFF. Un señor mayor me hablaba, yo no lo escuchaba, solo veía su boca balbucear y todo ocurría tan lento, estaba muy confundida y desesperada por saber lo que pasaba, en una cosa de instantes veo todo blanco, era como una luz muy brillante que segaba mis ojos hasta tal punto de casi dejarme ciega.
Despierto otra mañana, debía ir al trabajo, lo odiaba, siempre estar rodeada de gente enferma mental, los comprendía, pero cansaban.
Mi hijo solo tenia 18 meses, nunca lo veía, siempre lo cuidaba el desgraciado de su padre, el dueño del psiquiátrico.


Continuara…

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